En el lugar de Santed, en otros tiempos llamado Sentet, Santet y Santez, la ocupación se remonta a finales del Neolítico, contando también con restos de la Edad del Bronce. Probablemente de esta Edad, en sus periodos medio y final, data el yacimiento de "El Pozo del Moro", con restos de cerámica a mano, situado en lo alto de un cerro a 1.300 metros al SE de Santed.

 En el primer milenio antes de Cristo, apareció la cultura celtíbera, y de entre las tribus que la componían, fue la de los Bellos la que se asentó en el valle medio y alto del Jiloca, que fue ocupado por el Imperio Romano en el siglo II a.C., durante las Guerras Celtibéricas. Por la zona llegó a pasar una vía romana que unía Laminium (en la provincia de Albacete) con Caesaragusta (Zaragoza).

Desde el siglo XIII Santed pertenece a una de las cinco "sesmas" de Daroca (la del Campo de Gallocanta)

A partir del siglo XVII la comarca del Jiloca sufrió un retroceso en cuanto a la ganadería e industria.


 

Las ciudades iberorromanas no existían ya cuando los musulmanes entraron en la Península Ibérica, así que para paliar esta situación, fundaron Daroca en el s. VIII (Daruqa). Su gobierno estuvo, salvo un breve periodo en que lo mantuvieron los Banu Qasi, en manos de los tuyibíes, adictos a Córdoba durante los siglos IX y X. En 1018, todo el territorio pasó al poder de los nuevos reyes de la taifa independiente de Zaragoza, hasta que Alfonso I el Batallador lo conquistó en 1120 para incoporarlo al reino de Aragón. Alfonso I derrotó a los almorávides de Cutanda el 17 de junio de 1120 y la victoria en esa batalla supuso la incorporación de todo el valle del Jiloca al reino de Aragón. En los años siguientes se fortificó Daroca, se instaló una Orden Militar en Monreal del Campo y se inició la repoblación. En 1142, para asegurar la repoblación de estos territorios de frontera, se concedió un fuero a Daroca en el que se incluían amplísimos términos a los que se otorgaban un conjunto de derechos, libertades y privilegios desconocidos en la Europa feudal.

 

El fuero de Daroca, que otorgaba iguales condiciones a cristianos, musulmanes y judíos, se constituyó en un instrumento clave para la atracción de pobladores y convirtió a Daroca en cabeza de un amplio territorio sobre el cual actuaría como una auténtica "señora feudal", con plena jurisdicción sobre las aldeas. El dominio de Daroca sobre las aldeas fue de tipo jurídico - político. Daroca impuso la fiscalidad y la justicia, pero las aldeas no tardaron en promover acciones para zafarse del poder que los oficiales del concejo de Daroca ejercían sobre ellas.

 

De este modo, en 1248, las aldeas de Daroca se constituyeron en Comunidad por privilegio del rey Jaime I. Daroca quedó excluída de la Comunidad, aunque siguió manteniendo una importante relación con sus aldeas. Las aldeas de la Comunidad de Daroca pasaban a administrar sus intereses de forma autónoma, estableciendo sus propias ordenanzas. Surgía de este modo una nueva dialéctica entre la villa de Daroca y sus aldeas. El territorio de la Comunidad tiene como base el concedido a Daroca en el fuero de 1142, aunque ambos no coinciden exactamente. La Comunidad de Daroca no permaneció intalterable desde su formación hasta su desaparición, sino que fue incorporando en distintas fechas sucesivos territorios. La Comunidad estableció sus propios órganos de gobierno, con sus oficiales (escribano, procurador y sesmeros), que se reunían en plegas; e incluso consiguió representación en las Cortes del Reino.

 

Además de la Comunidad como gran unidad que engloba a las aldeas, surgió la sesma como entidad administrativa menor, intermedia entre la comunidad y la aldea. La Comuniad de Daroca se dividió desde mediados del siglo XIII en cinco sesmas (Trasierra, Río de Jiloca, Campo de Langa, Río de Barrachina y Campo de Gallocanta), a las que a comienzos del siglo XVI se sumó una sexta (Honor de Huesa).

 

Santed perteneció a la sesma de Gallocanta, junto a Murero, Used, Orcajo, Retascón, Villarroya del Campo, Balconchán, Las Cuerlas, Gallocanta, Berrueco, Val de San Martín, Valdehorna, Villanueva de Jiloca, Anento, Castejón de Tornos, San Martín del Río, Báguena, Ferreruela, Odón, Bello y Torralba de los Frailes.

 

La expulsión de los judíos de 1492 no tuvo apenas repercusión en la Comunidad de aldeas de Daroca, ya que no quedaban muchos tras las presiones a las que habían sido sometidos desde finales del s. XIV. Fue esta una época en la que el rey Fernando II el Católico necesitaba recursos para mantener su política e intereses internacionales, por lo qeu en las Cortes de Tarazona de 1492 se decidió elaborar un censo o fogaje, con fines recaudatorios. Se trata del registro más completo de aragoneses qeu existe entre la Edad Media y la Edad Moderna. Lo recoge Antonio Serrano Montalvo en su obra La población de Aragón según el Fogaje de 1495, editada en 1995 por la Institución Fernando el Católico, el Gobierno de Aragón y el Instituto Aragonés de Estadística. De este modo podemos conocer los 30 fuegos (hogares, unidades familiares de composición heterogénea) que había ese año en Santed.

 

El s. XVI fue uno de los más esplendorosos para los pueblos del Jiloca, y gracias a ese periodo de prosperidad, la Comunidad de Daroca pudo adquirir la Honor de Huesa, que se incorporó como sexta sesma, formada por las villas de Huesa y Baronía de Segura y los lugares de Blesa, Muniesa, Josa, Anadón, Cortes, Plou, Maicas y Salcedillo, que llevaban unidos provisionalmente desde 1503. Cuando en 1526 tuvo lugar la reconversión de los moriscos, desaparecieron las comunidades mudéjares del Jiloca, aunque mantuvieron encubiertamente su religión hasta la expulsión definitiva de 1610, con el consiguiente perjuicio para la agricultura o la alfarería, llegándose a recurrir en muchos pueblos a la repoblación con catalanes y franceses.

 

En el s. XVII, la comarca del Jiloca sufrió un retroceso en cuanto a ganadería e industria, advirtiéndose en el mal estado de los campos, el abandono de algunos pastos y montes y la degradación del paisaje y pérdida de bosques. En la segunda mitad del siglo, la crisis se acentuó en toda la zona: malas cosechas, peste y problemas políticos hicieron descender la población significativamente.

 

El siglo XVIII se inició en la Comunidad de Daroca con el enfrentamiento civil en la Guerra de Sucesión. Desde 1701, esta comarca fluctuó entre la fidelidad a los Austrias y a los Borbones. En 1706 se libró una batalla cerca de Calamocha en la que vencieron las tropas proaustrias, pese a lo que toda la comarca cayó en poder de los partidarios de la casa de Borbón. El triunfo de Felipe V supuso el final de seiscientos años de autonomía municipal para Daroca y su comunidad de aldeas. Los cargos más decisivos serán desde ahora nombrados por el rey. Esta centralización administrativa produjo más inconvenientes que ventajas. Durante la primera parte del siglo XVIII se atisbó un cierto desarrollo económico, pero en la segunda mitad la economía cayó en uno de los baches más profundos de su historia, arrastrada por el anquilosamiento del comercio.

 

La Guerra de la Independencia marcó el comienzo del s. XIX. Las tropas napoleónicas tomaron Daroca el 25 de junio de 1808, volviendo varias veces con los consiguientes daños para la población. A pesar de todo, la fiereza de las gentes de la comarca en la defensa de sus tierras, hizo que tuvieran que instalar una guarnición permanente en Daroca que durante cuatro años impuso una administración al servicio de los intereses franceses hasta que se liberó la comarca en 1813. Siguió a ésta primera guerra carlista, siendo la comarca escenario de las acciones del general Cabrera.

 

Desde principio del siglo XII toda la comarca había estado unida administrativamente por el fuero de Daroca y desde 1248 por la Comunidad de aldeas, pero en 1833 se crearon las provincias y en 1838 se suprimió la Comunidad. La antigua unidad quedó ahora dividida y adscrita a dos de las tres nuevas provincias en que se dividió el viejo reino de Aragón. La mitad norte (las sexmas de Langa, Trasierra y Gallocanta, a la que pertenecía Santed) qeudó en la de Zaragoza, con capital en Daroca, y la sur en la de Teruel, con centro en Calamocha.

 

Al comenzar el siglo XX, y gracias al ferrocarril Valencia - Calatayud, hubo un despegue de la economía agrícola y comercial en todo el valle del Jiloca, surgiendo una nueva de clase obrera y sindicatos, pero esta bonanza económica se truncó por el acontecimiento más destacado en su primera mitad, la Guerra Civil Española, quedando Santed, como el resto de pueblos de la comarca, en zona nacional.

 

Tras el conflicto, se entró en una fase de decadencia económica y demográfica al quedar relegada a un segundo plano en el trazado de las grandes vías de comunicación y sin equipamientos industriales modernos.

 

A pesar de ello, Santed se fue desarrollando de un modo progresivo, siendo las principales mejoras en la localidad el abastecimiento de aguas y asfaltado del total del casco urbano. La primera de ellas llegaría en 1960, siendo alcalde Manuel Daga Sanz. Con esta medida se paliaron los problemas de salubridad y de escasez durante el verano. El asfaltado se llevó a cabo en 1979, ostentando la alcaldía José Luis Pardos Cubero.

 

Lamentablemente, el descenso de población, en su mayor parte por emigración, se hizo notar en la segunda mitad de la centuria pasada, al igual qeu en el resto del entorno rural aragonés. Como anécdota, anotaremos que el último curso de la escuela de Santed, que estaba en el Ayuntamiento, fue el de 1970 - 71, con 8 niños y 11 niñas matriculados, y siendo profesora Mercedes Lucio Fuentes.

 

La década siguiente siguió trayendo mejoras para el pueblo, adaptando el frontón viejo a las reglamentaciones pertinentes y construyendo un campo de fútbol.

 

En el presente siglo, las instalaciones municipales siguen por buen camino, ya que se estrenó en 2001 la piscina durante el verano, y en 2002 ya funcionaba completamente durante los meses estivales.

Recetas de cocina.

Esperando aquellas recetas típicas de la comarca.